“Rolezinhos” y bienestar social

Ya ha trascendido a la prensa internacional un nuevo fenómeno que está aconteciendo en Brasil: los “rolezinhos”. La prensa anglosajona los está asimilando a los “flash mobs”. Se trata de reuniones multitudinarias de adolescentes de la periferia, concertadas por las redes sociales, en los llamados “shoppings” o centros comerciales de las principales capitales del país.

El tema, en apariencia intrascendente, está levantando una gran polémica aquí en Brasil pues de él se derivan repercusiones políticas, sociales y económicas. Además me voy a permitir extrapolar alguna enseñanza que podemos obtener para nuestro propio país.

Imaginen que en un lujoso centro comercial aparecen el sábado a las cinco de la tarde mil adolescentes, de golpe, con ganas de divertirse. Esos adolescente proceden de clases sociales bajas, muchos de ellos negros, viven en barrios pobres e incluso en favelas  y, por tanto, su aspecto, su forma de comportarse y su capacidad de consumo no es precisamente la que tenían prevista los dueños e inquilinos del centro comercial. Ni la que tienen los usuarios habituales del shopping a la hora de compartir un espacio público. Esos encuentros (o kedadas) producen la huida en masa de los frecuentadores habituales, de clase media y alta, que se ven “amenazados” por los nuevos usuarios del centro comercial. Y no es que se haya producido, por el momento, ningún episodio de violencia o robo: sencillamente, “los ricos” no quieren estar en el mismo espacio que esos chavales pues, a sus ojos, son feos, van mal vestidos y hacen mucho ruido, entre otras cosas. Desde el punto de vista de un español no es fácil de entender: España, por suerte, debe de ser uno de los países más igualitarios del mundo. Sin embargo aquí las diferencias son enormes y reales. Qué hacer? Impedirles la entrada? Bajo qué pretexto? En Brasil existen leyes duras contra el racismo, y los derechos humanos, al menos a priori, se deben respetar. Esos chavales no están haciendo nada más que “estar” allí, y allí no son bienvenidos. Los dueños de las tiendas, restaurantes, etc., que pagan alquileres astronómicos, no soportan las caídas en las ventas de sus negocios y los dueños temen que aquellos se marchen y que el prestigio (valor especialmente apreciado en Brasil) del centro comercial caiga. Algunos de estos lugares han optado por cerrar las puertas los días que hay “rolezinhos”.

Una cuestión clave para entender este fenómeno es saber  por qué se hacen esos flash mobs en los centros comerciales: para protestar contra los templos del consumo o contra la sociedad clasista que les oprime, como la izquierda más rancia está promulgando? En absoluto. Esos chavales –como la gran mayoría- adoran los centros comerciales, las marcas y los productos caros, y estarían  encantados de comprarlos, si pudieran. Para fastidiar al personal? Puede ser, con dieciséis años resulta divertido seguro. La más pura y simple verdad es que en Brasil no existen espacios públicos limpios, cómodos y seguros, donde los jóvenes puedan ir a hacer lo que los jóvenes de cualquier país hacen: deporte, ligar, patinar, tocar la guitarra, montar en bici, oír música… sin que el tráfico desaforado, los ladrones o la más pura dejadez política que permite que las calles y las plazas en este país estén abandonadas y sucias les estropee la fiesta. Los que tienen más suerte irán al shopping o al club privado, pero los jóvenes de clases populares no tienen dónde ir. Y han decidido ir al centro comercial… aunque no sea para comprar.

Este año hay un mundial en Brasil, fantástico escaparate del país a nivel global: entre las protestas (que ya han comenzado) y los “rolezinhos” se avecinan unos meses interesantes.

Este fenómeno me hace reflexionar sobre lo lejos que hemos ido en España en materia de equipamientos públicos y gratuitos para la ciudadanía, para bien, y cómo dichos equipamientos  se configuran como auténticos bienes sociales, activos de desarrollo personal y colectivo y de convivencia pacífica inter-clases que debemos seguir cuidando como oro en paño. Lo público de calidad nos permite compartir y sentirnos parte de una comunidad, e integra y lima las diferencias sociales: no hay nada que conecte mejor con la realidad social a un chaval de una familia adinerada que un aula de un colegio público. Una plaza y una calle limpia, segura y cuidada es puro bienestar social.

Salvador de Bahia, 17 de enero de 2014

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Un comentario en ““Rolezinhos” y bienestar social

  1. Interesante punto de vista.Yo que soy brasileña y vivo en España a causa de estudios, puedo seguramente decir a los españoles cuanta suerte tienen por disfrutar de espacios públicos de ocio, de seguridad, de calles limpias. Ojalá tenga mi país un día!

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